Lo dicho, todos aquellos que temían al «DOCTOR M», ya podéis ir saliendo de los escondrijos con vuestros viejos cacharros rockeros. Ya no figura como socio de
los vivos, no os molestará más, aunque queda su legado, y faena tenéis. Que aunque otro diría que se metía «en camisa de 11 varas » o «donde no lo llamaban», al final cada uno tiene lo que se merece, por los siglos de los siglos, o más.
Cada vez que miréis hacia arriba, donde ya sabéis, lo tendréis ahí presente, en vuestro pensamiento, al menos por ese momento de gloria y satisfacción.
¡ Salir, salir y tomad el aire ! Que el ogro, como el se llamaba a sí mismo, ya no cogerá el teléfono, ni enviara emails sentenciadores o de información variada.
Y eso que nos conocíamos desde los 13 o 14 años, con los primeros juguetes, que después serían nuestra afición, a una escala, que en esos momentos, no podríamos ni imaginar. Con las idas y venidas en esta relación de amistad. Muchas veces no compartíamos las mismas ideas, sobre todo en el contacto con otras personas. Hecho que le acarreó bastantes enemistades y que, del mismo modo, yo no las compartía en su totalidad, dado el hecho de ser muy cabezota y obstinado. Cuando se le «atravesaba alguien», ya estaba sentenciada su enemistad con esta persona, tanto el como su «lugarteniente», eran iguales, aunque con 5 años de diferencia. Esta cabezona obstinación, llegaba lejos, rara sería la vez que una persona, de las que él marcaba, llegaba a formar parte del pequeño grupo de amistades fijas. Como decían los romanos: «Con Roma o contra Roma». No había tercera opción.
Si añadimos a esto, los puntos familiares, carácter irregular, ideologías, vanidades, poca o nula sociabilidad, se obtiene un mal resultado con el que convivir. Aunque a favor, como él decía: «Soy medio brujo». Tenía un sexto sentido que no le solía fallar. Unas ganas de progresar en su hobby que pocos conocían, y ni creo que dentro de muchos años hayan aprendido a utilizarlas como esta persona lo hacía y unas amistades muy selectas, mientras no te cruzaras en su camino. Lo que le hacía, a mi parecer, demasiado combativo y receloso, algo que siempre le decía. Lo que no quita que fuese una buena persona con los que él apreciaba. ¡Pero que vamos a hacer! Era así. Llegando a enemistarse con una persona, si ésta se relacionaba con otras que a él, nuestro «DOCTOR M», los tuviera como «personas no gratas u odiables golfos sin cerebro». Entonces ya tenía la sentencia contra ti, de una persona desagradable y no fiable, te convertías en su enemigo.
En fin, nadie es perfecto.
¡ Descansa en Paz amigo! Ya te iré informando.