YDespués de pile-up de los cafés con leches y zumos para drogatas, vuelve la tranquilidad al reino de las empanadillas. Momentos de escucha de las que quieren o van a cambiar de trabajo, junto a las rubias torres gemelas, dos hermanas grandísimas. Y después de saber que va a cambiar de trabajo por su carácter, y también por la poca comprensión «compañeril», más bien lo que se dice «mala baba», solo le queda seguir buscando. Los diferentes caracteres son difíciles de adaptarse entre sí, pero con el rápido recuerdo al «ama del calabozo» todo se pone en su lugar, se cuadra y entiende, pues quien la ha sufrido sabe lo que es caer mal, e ir a por esa persona hasta que la hacía desaparecer de su vista, por lo civil o por lo militar.
Cosa de caracteres, en donde todo es bonito hasta que te encuentras con uno de esos personajes que rompen la armonía del lugar de trabajo, esos «malasombra», cuyo sexo es indiferente, los hay machos, hembras y mixtos de jamón y queso.
Y de diferentes caracteres fue la reunión de pastores radioactivos, donde acuden lo que quieren que se les vean, los figurines tipo «el salta alarmas de bancos», el siempre enfadado sargento de hierro, rojos revenidos, borrachines, chupa-meriendas, gorrones, y poco a los que vale la pena escuchar, tan solo uno o dos quedaban o que se puedan salvar. De los que se puede aprender, ni rastro, ni están y casi ni se les espera, tan solo el que heredó su distintivo estaba de cuerpo presente, del resto, nada que aprender. De los que tienes que estar callado para no perder nada de los conocimientos que está explicando, de esos nadie. Siempre igual. Al final uno se cansa de las mismas tonterías.
Es preferible: manta, estufa, gato y merienda.
Para acompañar, unas bonitas fotos navideñas del lugar: «Se montó el belén».
Y ahora la exposición de ayuda a los animalitos de 4 patas.
Yayo