Esta vez, casi en directo, otra víctima del nacionalismo lingüístico por no contestar en la lengua del becerro. A pocos metos de casa, vaya, y con un protagonista de lo más inesperado. Muy conocido localmente, que aunque no es estilo desear el mal  nadie, este necesita un toque de humildad actualizada. La misma que exponía en su carácter al exterior durante el verano. El «Alma mater» de la vecinos chaleteros. Ahora, ricos por castigo divino, vaya. Pues la evolución de estos seres «zurdos lingüísticos», es decir, ya no evolucionan, sino que se enrrocan en sus intransigentes teorías lingüísticas, haciéndose negacionistas del entendimiento con el que no les habla en su dialecto.

¿Qué ocurre si no hablas el dialecto de las bestias? Simplemente que no te entiende, pero si quieren por señas se hablan. En vez de enfrentarse, una de ellos debe ceder, hacer por entenderse, querer colaborar en el diálogo. Pero si hay intransigencia por medio, no querer «hacer entenderse», ayudar al «que no sabe», intentar «llevarlo a tu orilla de manera educada», hazle ver la oportunidad que pierde no conociendo un idioma, siendo el idioma común, el español, por el que surge el problema, la intransigencia «indepe o lingüística», la «del botanic», que menos mal que ya no están, aunque sus errores aún costarán unos años en desaparecer.

Pues la víctima no hablaba el dialecto de la bestia, en realidad bestias intransigentes, que con el pasar del tiempo se han hecho más ricos y radicales, ya se les ha visto el plumero, por fin.

Ya es mala suerte venir a trabajar a otra región de España y no poder entenderse en el mismo idioma, no como otros de fuera de España que vienen a «vivir del cuento», y tropezarte con una pareja de energúmenos de este tipo, por lo que se ha notado, fieles seguidores del «Pacto del Botanic», es decir, lo que sea, en tal de no hablar el idioma del país. Pues a esos 2 energúmenos, los educaron en la escuela en el mejor español de la época. No fueron «víctimas del intransigente e inútil dialecto».

Aprender idiomas siempre es bueno, aprender es bueno. Pero mejor sin obligación, saber para entender, comunicarse es cosa de dos, pero si uno no quiere no hay diálogo.

La cuestión, la chispa que detonó la bomba es la negación a utilizar un idioma común, sin obligaciones, querer entenderse es el final de la comunicación. Aunque sea en un lenguaje no verbal.

¿A cuantas personas se les ha obligado estudiar en un idioma que no es el materno? Es decir, su «lengua madre», pues en esta zona a miles, que han venido buscando un futuro mejor dentro del mismo país y han tenido que estudiar en un dialecto local, que en apenas unos kilómetros de distancia ya no sirve como medio de comunicación.

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