Finalmente me doy cuenta que soy invisible.

Cualquier día ni me saluda el cajero del banco. Lo mismo hago la segunda parte del “hombre invisible”, ya en color. Aunque, que más da si soy invisible, aunque el fondo de la escena se verá en color.

No digo nada de recibir llamadas o mensajes, cualquier día dejo el teléfono, ¿Para que mantener una cuota que no uso? Cierto es que no tiene sentido, gasto inútil. Aunque para que se lo gasten otros, me lo “pulo” yo.

Aunque esta invisibilidad es parcial, a veces, me ven, poco, de vez en cuando.

Añado a esta invisibilidad el hecho de estar una semana sin pisar el club social F.C GRANERERAS, no hay mensajes recibidos, ni enviados. ¡Misterio!

Cada uno tiene su línea de vida y no se cruza ninguna de ellas.

 

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