Al que le berrea el niño en plena calle y no le hace ni p. caso, a la hoguera, «castratis eunuco» hace años.
A los borrachos de enfrente, ya a las 8 de la mañana copa en mano, y así porque lo habrán tirado de casa por vagos. Claro que al chino del bar, «se la suda» mientras vayan pagando. Y a mear, a la panadería de al lado que está más limpia.
A la que se pasa apoyada en el balcón, más horas que dentro de casa, que por su morfología, puede quedarse embarazada sin que se den cuenta el resto del vecindario, o doblar la verticalidad del edificio.
Los del reino de los «Ayatolas no me toques las pirolas», que persiguen, como el «tío de la vara», a sus pupilos al despertarle nocturnamente con sus juegos infantiles. Eso «allí» si, aquí «no». Al vivir en manadas dentro de un reducido piso, es lo que tiene, arriesgado. Los cuales para reparar un cristal roto y que no se asomen los «pequeños ayatolas en proyecto«, que no levantan más de un metro, no se caigan a la calle, ponen una silla delante. ¡ Remedios típicos de su zona ! Ponerle una vaya, como a los animales, como si fueran cabras en un corral.
A los «ecolojetas» de salón, que no dejan limpiar el bosque, ni hacer surcos anti-incendios, y después se incendian hasta las piedras. ¡ No los verás ayudando en un incendio !
Y es curioso que los grandes incendios comienzan todos durante un fragmento corto de días.